Oleo de Vladimir Borovikovskiy (1757–1825)
Todainmaculada, Virgen purísima
Madre y criatura de la eterna Palabra!
Gloria de la terrena y celestial naturaleza!
Tu Hijo e Irradiación del Dios Altísimo
- Oh, infinito ojo radiante!-
En los últimos siglos, en los años difíciles,
Un puerto de salvación, y un comienzo de libertad
Nos ha dado a través tuyo.
Él eligió entre todos a una,
Pero en ti amó ya las futuras generaciones
Contigo, Oh, todaagraciada, las puertas de la misericordia
Se abren para la vida incorruptible
Al alma humilde
En el amor y la fe.
Vladimir Solovev 1883
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